Crónicas Textuales

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Julio Chávez

Crónicas Textuales

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In Progress

A cá estoy de nuevo, intentando algo. Es difícil. El animo tirando bajo y la esperanza remendada con sus ropajes deslucidos. Todo por una novela. Maldita sea.

Tengo un proyecto de novela. Otro. Uno nuevo: El anterior tenía un mundo de personajes; este sólo tres, con bastantes extras de relleno a la historia, pero nada. No quieren trabajar, son indolentes a las acciones que les dicto, primero me engatusaron como merolicos de feria y ahora que les pongo atención se niegan a trabajar, ponen miles de trabas y cortapisas, me dicen infórmate de la época en que nos sitúas, has un diagrama para que lo tengas más en claro, ese argumento no es tuyo, no es original, creo que forma parte de una película, buenos actores pero una malísima entrada en taquilla.

En ocasiones me enfadan de sobremanera y los mando al carajo, son inconscientes, indolentes y hasta cierto punto estúpidos; aunque no carentes de ingenuidad, toman prestados algunos de mis mejores recuerdos y hacen lo que les viene en gana, le sacan jugo a una imagen nimia, que para mi era intrascendente, que me pone a pensar en el por qué salió eso, creo que a veces tienen vida propia y una psicología diferente a la mía aunque yo halla sido su creador, pienso; los estoy formando con el barro de las palabras y ya tienen sueños, pecados y tristezas. Me compadezco de ellos, pero me dura poco, a la siguiente línea uno de mis recuerdos talismán termina por ser ridiculizado con saña por ellos; no sé por donde atacarlo, ni las justificaciones para que no lo hagan, tienen lógica y queda excelente en el desarrollo de la novela en progreso. Pero me saca heridas donde no las había, y eso duele, al punto que he tenido que borrar lo escrito. Y enviar cartas de odio al pasado, con nubarrones que sueltan gotas de limón y vinagre en los costados.

Después leo otros autores, observo a cada uno de los personajes de las novelas, tienen brillo deslumbrante, o son estremecedores, con una inteligencia analítica a prueba de errores, intrépidos y con una sagacidad que los convierten en los amos del universo; los lugares donde veranean o viven están llenos de exotismo, visten con ropa de diseñadores exclusivos, tienen mujeres que son modelos o de una belleza cautivadora, con un sagacidad impresionante. Y la trama es asombrosa, al punto que hay escritos y tesis doctorales como para llenar una biblioteca.

Sentí un asomo de compasión por mis personajes. Decidí vestirlos con ropa no menor de 10.000 dls. Uno de sus protagonistas, era mujer; tenia zapatos Manolo Bhatik; Prada la vestía con sus tonos apagados y sofisticados y cuando se sentía alegre, Donatella, tenia el corte y los colores para exteriorizar su alegría, mientras desayunaba en el restaurante mas trendy, antes de ir de shopping a una tienda de ropa que tenia en sus ganchos, alta costura de Milan.

No estaba bien; mi personaje caminaba con los tobillos; no eran para ella los stilleto, ni a las bolsas Louis Vuitton. Era de clase media, rondando en Lumpen, no sabia comer con más de tres cubiertos y no podía diferenciar entre una copa de agua y una copa de vino; ni como se dispone la cubertería en una mesa para dos.

Lo dejé, al final supe que si algo tenía que contar eran historias comunes a todos los más, que las historias subsisten hasta en un gota de agua o en una porción de frío, entre los escombros de un corazón abandonado, o colmado de odio; que las historias son tristes y que el hombre siempre querrá salir de si mismo, su etapa biológica le pide algo que no tiene y que no va a asir por mucho que estire la mano hacia fuera; el viaje debe ser dentro para que tenga significado, pero sólo es particular, por ello, las mejores historias del budismo son las que no están escritas, las que no dejaron huella; permanecer es una raíz de apego, de miedo hacia la nada y al vacío de les propia a la unidad.

Así que por hoy mis personajes tienen días feriados, hasta que pase este estado de contemplación, ya terminara para que se pongan a trabajar, para inventar excusas y renegar de su destino.

Luego, imagino a la divinidad y como el destino se parece a una película de serie B, dios se convierte en un escritor novato, que necesita ayuda de sus creaciones, que el mundo que ha inventado necesita de alguien que haga el siguiente movimiento, para que ponga un hilo en la trama de la historia. En este momento hay inicios, nudos, intrigas y finales formándose, soy parte de una novela, o una crónica; no lo sé, sólo tengo ganas de recostarme en el pasto, mirar al cielo y lanzarle escupitajos en este día soleado.

 

Julio Chávez

jchavez@canaltrans.com

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