El
noveno asesinato fue prácticamente conocido sólo por la policía. Un
viejo, que vivía en uno de los edificios abandonados del ex parque industrial,
fue encontrado muerto con la firma del asesino al costado del cuerpo.
En este caso la prensa no tuvo tiempo de intervenir. Fue a la madrugada, rápidamente
llevaron el cuerpo a la morgue y nadie lo reclamó. Sólo Grubach,
el jefe, y los que intervinieron en el operativo, conocieron los por menores del
asunto.
A dos días de la aparición del viejo, los diarios se pusieron nuevamente al
tanto. No fue posible ocultarlo: una escalada sin precedentes ponía al
asesino misterioso en primera plana.
Viernes 25 - 4:15
am. Una ex bailarina del cabaret Club Paraíso
fue asesinada en la minúscula pieza que rentaba. Alcohólica y con serios
problemas de depresión por la falta de trabajo, su cuerpo estaba vestido con
las ropas con que solía presentarse en el Club.
Lunes 28 - 10:35
pm. Samuel Duncan, un hombre que había sido
perseguido durante casi toda su vida por la sombra de la traición (el mismo
dejó una carta confesando el robo por el que todavía purgaba condena su mejor
amigo F. Martini), fue encontrado ahorcado, y cortadas sus manos (que
luego encontraron los forenses en los bolsillos de su saco), en el callejón
"De Los Tréboles".
Martes 29 - 12:05
pm. El respetable señor Cotton, dueño de la
fábrica Gilles & Cotton quebrada hace dos meses y embargados sus
bienes, apareció muerto en la terraza del viejo edificio de la fábrica.
Su cabeza había sido seccionada del cuerpo y prolijamente colocada en la
última "O" que mostraba el oxidado cartel de Gilles & Cotton.
En todos los casos pudo leerse "PAX" escrito al costado de las
víctimas con la sangre que de sus cuerpos había extraído el asesino para usar
como tinta.
Doce muertes, y en el último tiempo todo parecía haberse acelerado. Tal
era el ritmo del victimario que la policía no podía seguir una pista sin que
casi al instante apareciera un nuevo muerto. Por esa época, los diarios
retrasaban su salida al máximo posible para no quedar desactualizados. El
colmó de esto fue el ejemplo de El Observador, que temiendo salir a la calle
antes de que el asesino cobre otro número, dio la información de una víctima
que jamás existió. "APARECIÓ LA 14" tituló en su 6ª
edición del miércoles 30. En rigor de verdad el miércoles 30 había
sido un día tranquilo, y también los días de la semana siguiente. El Observador
tuvo que reconocer su error y eso le costó mucho. Anticiparse a las
noticias puede ser fatal. La "14" aparecería, pero no cuando quisieron
los medios, sino por el contrarió: cuando ellos menos se lo esperaban.
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