LO IMPOSIBLE SE VUELVE POSIBLE
El Pirata @PirataEcdqemsd | 23 de Marzo de 2020 | ECDQEMSD Podcast
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Bienvenidos a las noticias internacionales de una la población mundial en tiempos de pandemia global.
Podríamos repasar cifras, medidas, mapas, curvas de contagio. Podríamos analizar políticas de contención, ideologizar el asunto, debatir sobre efectos y contraefectos.
Podríamos debatir largamente sobre situaciones especificas, las teorías e historias más diversas relacionadas con el comienzo de la pandemia de Covid 19. Podríamos compararla con la "fiebre española" y sus decenas de millones de muertos, hace ya un siglo, o las epidemias de dengue, évola, malaria y hasta la lepra de tiempos bíblicos.
Podríamos puntualizar los efectos psicológicos y físicos del aislamiento, el diseño de "su sana distancia", las campañas que buscan equilibrar entre la toma de conciencia y evitar la desesperación colectiva. Y también podríamos hablar largamente del mundo que nos esperará cuando esto finalice o, al menos, se controle.
Sin embargo, hoy todas las noticias parecen pasado. Porque la velocidad con la que acontecen nos hace imposible si quiera intentar estar al tanto.
Vamos a dejar de lado todo eso unos segundos. Vamos a buscar dos cosas que son completamente novedosas en toda esta contingencia. Una es "el arte", la otra es "lo imposible". Con "el arte" me refiero a parte de lo que nos regala esta especie de novela distópica que la humanidad está escribiendo toda junta.
Calles desiertas. Avenidas que se ven gigantescas sin automóviles. Largas filas guardando distancia en las afueras de los mercados. Personajes disfrazados de cosmonautas paseando perrito por los campos Eliseos. Vacíos los alrededores del coliseo romano, de la torre Eiffel, de la Fontana di Trevi y la plaza Spagna. Desolados los parques de Disney dónde crece la maleza. Desolada la entrada al Taj Mahal y la Acrópolis. Vacía Time Square y el muelle de Santa Mónica. Y en todas las ciudades las sirenas sonando lejanas.
Qué hubo de los habitantes movedizos de Plaza Mayor, de los sobrevivientes de Guernica, de los vacíos pasillos del Louvre y los canales venecianos. Qué de los que abarrotaban la plaza del Duomo de Milán y la puerta de Brandeburgo.
América Latina y su sistema de salud, Estados Unidos y su campaña embarrada, los científicos chinos llegando a Italia para colaborar y comentando que pareciera que los habitantes de esa parte de Europa no estaban tomando en cuenta la gravedad del caso.
Todo ese arte presente que nos regala la soledad de espacios nunca solitarios, de inmensas ciudades post apocalípticas, de ridículos mensajes de mandatarios televisados hablando de dios! De dios y de guerra!
De una guerra contra un "algo" que al igual que a dios: no podemos ver, pero podemos sentir, no podemos señalar pero nos puede enviar al infierno o al purgatorio de un sistema de salud colapsado.
Arte clásico, moderno, posmoderno y decadente. La humanidad que apenas se toma un breve descanso y ya ve cristalinas las aguas, más limpias las playas, más puro el aire. La naturaleza tomando su lugar. Y luego del arte que va desde lo enorme hasta el detalle, el arte de la escena. Monjas muriendo por la peste en el convento, niños chinos en burbujas protectoras, camiones militares transportando ataúdes, monos en la India buscando por las calles a los ausentes turistas para conseguir alimento. Un mega buque hospital amarrando en Manhattan como cuando llegaban los inmigrantes de la Europa diezmada. Pavos reales caminando sin límites por las calles de Madrid; ambulando desde el Palacio de Cristal a la Puerta de Alcalá como si todo fuera tan normal.
Y luego del arte, lo imposible. Lo imposible que solo una amenaza global nos puede brindar. Una amenaza global que supere al terrorismo, supere a lo económico, supere a una guerra, a los reclamos coyunturales, al combate en las calles, a uno, dos, tres o cuatro gobiernos; de dos, tres, cuatro o cinco signos diferentes.
"Lo imposible" que solo podría generar una amenaza global, invisible, reconocida por la ciencia, avalada por la religión y que nos vuelve vulnerables más allá de la edad, orientación sexual, raza, credo, ideología, lugar que habitemos en el planeta. Uno de los pocos casos en la historia en el que no podemos decir: -esto es cosa de otros!
Olvidemos por un instante el coronavirus e imaginemos las noticias sin él. Serían posibles? O estamos ante lo que siempre creímos, supimos y sostuvimos completamente imposible?
Gobiernos limitan el transito de la población. La mayoría de los países del mundo cierran fronteras. Los vuelos se cancelan. Naciones enfrentadas acuerdan medidas. Se avanza en la contingencia que coinciden todos: derrumbará la economía mundial. Se lanzan paquetes de ayuda económica masiva antes que los pueblos los exijan. Los militares de todo el mundo se preparan para ayudar, reforzar y acompañar los sistemas de salud. Los bienes más preciados hoy son los relacionados con el aseo y la alimentación. Uniformados patrullan las calles deteniendo a quienes salen de sus casas sin permiso.
Las medidas anunciadas nos obligan a cambiar nuestra rutina, nuestro modo de relacionarnos, nuestros planes y objetivos inmediatos. Nadie protesta, no hay marchas, no hay discursos disidentes. Las medidas son anunciadas por la ciencia, la política acompaña, no tiene opción, la religión tampoco. Aquí solo "la ciencia" será la encargada de absorber la suma de todo los poderes.
Bolivia pospone las elecciones presidenciales y la presidenta pide orar. El Salvador suspende toda deuda por tres meses y permite impagos a la población. Colombia ve como el gabinete de Duque está todo infectado. Chile dicta el toque de queda y habla de guerra, misma cosa que puso a Chile en llamas unos meses atrás. Brasil muestra a su presidente con tapaboca. Trump cambia su cara de "soy el rey del mundo" y traga saliva. El presidente español, Pedro Sánchez, prepara a la ciudadanía para tiempos peores. Italia vio llegar a los chinos a "la semana de la moda en Milán" y ahora los ve llegar vestidos de guerreros bacteriológicos para ayudar con la peste.
Y de pronto, un día, lo imposible se muestra posible. Quién no alzaría la voz en otro momento histórico? Qué medidas no sonarían fascistas, dictatoriales, amenazantes contra la libertad? Qué decisiones de este tipo podría tomar alguien sin este contexto?
Y sin embargo, ahí está. La naturaleza en su microscópica expresión cambiando la faz de la tierra más que un terremoto, un tsunami, el descongelamiento de los glaciares o las contaminaciones de los mares. Cómo si una Nueva Era comenzara o, al menos, el simulacro de una "nueva era".
Para qué queremos esas autovías inmensas, esos aeropuertos colosales, esos centros comerciales de piso sobre piso, esa lujosa arquitectura de las magnificas urbes, si debemos regresar a las cuevas?
Para qué todo lo lejano, como La Gioconda en el Louvre, si solo la podremos ver por Internet?
Para qué los fastuosos cruceros por las islas griegas si se hundirán en la pandemia? Para qué si serán transformados en buques hospitales con la morgue en la sala de entretenimiento, casino y shows espectaculares?
Habrá historias de amor, de amantes prohibidos que se encontraran en las catacumbas a medianoche, esquivando los controles policiales. Habrá cruces en el muro, habrá arriesgados buscando algo para comer. Habrá acciones heroicas de médicos a los que se les pagará quizá con gallinas, queso o dulce casero. Habrá uvas que no se cosechen y tomates que crecerán salvajes al costado de las carreteras cubiertas de hierba. Habrá sótanos donde secretamente se encuentren grupos que ya no le temerán a la muerte, le temerán a vivir sin arte. Y leerán poesía, y ejecutaran música, y escribirán el pasado para dejar expresado todo el tiempo que perdimos como humanidad en cosas triviales.
O cosas que parecen triviales, porque notamos que todas son secundarias cuando lo primario está en juego. La probabilidad es que todo esto no suceda, no al menos masivamente, que el virus se controle, que haya muchas victimas, que muchas cosas cambien para siempre, como los controles en los aeropuertos o el aseos de los espacios públicos. Pero en este tiempo, mientras todo esto pasa y nos angustiamos, deprimimos o molestamos por tener que hacer lo que no queríamos hacer, aprovechemos para gozar el arte que nos regala la era de la pandemia. Y sobre todo el arte de lo imposible que esta pandemia global nos está entregando como experiencia existencial única en la historia. Damas y caballeros: bienvenidos al kaos total!!!!!
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