ELECCIÓN ARGENTINA
El Pirata @PirataEcdqemsd | 20 de Noviembre de 2023 | ECDQEMSD Podcast
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Bienvenidos a las noticias del mundo y al resultado final de las elecciones en Argentina.
El nuevo presidente de la república se llama: Javier MIlei y gobernará la Argentina durante los próximos cuatro años.
Habrá algún distraído que dirá: pero Argentina no votó hace poco?
Sí, Argentina vota todo el tiempo, para más placer. Y también para ejercitar aquello que por años le fue prohibido: elegir.
Y no es que haya podido elegir mucho. Pero llegó la segunda vuelta de las presidenciales y las opciones eran las había.
Y una vez más Argentina fue a votar con la idea de que todo lo que nunca eligió: la inflación, la inseguridad, la corrupción, la insatisfacción, la deuda, la irracionalidad, la violencia, la desgracia; se podía empezar a revertir votando más en contra de los otros que a favor de los propios.
Pero así funciona verdad? Hay dos películas, no hay más. Los guiones son bastante similares. Los actores son malos. Las palomitas están rancias. Las historias que relatan no me identifican, pero solo hay dos películas. Es eso o no ir al cine. Y aunque no vayas, se van a proyectar igual.
No es un discurso de desesperanza ni de apatía. Al contrario, es tratar de entender porque pasan las cosas que pasan. Por qué un país vota como vota. Elige cómo elige. Por qué a veces se les queman los papeles a todos los analistas y a las encuestadoras. Por qué a veces no se entiende el paisaje concentrado la mirada en un solo árbol.
Cuando un país vota es cuando menos reflejada se ve la diversidad de quienes votan. De los ciudadanos. De la "gente" si usted es más cetro derecha. Del "pueblo", si usted es más centro izquierda.
Porque ya hemos hablado largo de la apropiación de palabras y conceptos.
Y ayer votó un país desde Ushuaia hasta La Quiaca. Uno que es campo y ciudad. Uno que debate a Borges y a Cortázar. Uno que se vuelve loco por todo y que hace como que no le duele nada.
Argentina de mate, malbec, gin tonic, fernet, champán, choripán y comedores populares. De sushi y súper panchos. De ofertas imperdibles que aprovechan los que pueden.
La de la cumbia villera y Charly García. Cuarteto, tango y vidalita. La de la 1 11 14 y la Recoleta. La de Rosario en llamas. La de la narco policía, la narco política, la narco justicia y la tribuna abarrotada montada en el paravalancha.
La Argentina de Messi y la de la pandemia, la del chisme y la miseria, la de la Vaca Muerta y los muertos vivos, la de la AFA y el FMI, la de los departamentos en Miami y los créditos UVA. La de Mercado Libre y la del mercado regulado. La de todos los días la alegría de un nuevo emprendimiento inmobiliario y la de la tristeza del conurbano. La de Palermo a toda máquina hasta a las 5 de la mañana y la del barrio donde mejor no salir después de las 5 de la tarde.
Y alguna vez conviven. algunas veces se cruzan. La Argentina de vacaciones en Punta del Este y la Argentina cartonera.
La de "ponéle a la tarjeta Sube" y la de los "niños bien" en súper naves.
Diversidad de un país, como tantos que parece uniforme desde lo invisible.
Campañas por Tik Tok, candidatos solubles, frases sin respaldo, cosas que dijo alguien por "wasap", que posteó en Face. Elecciones que se definen por inteligencia artificial desde el punto del penal porque estoy demasiado cansado para pensar.
Y cómo abarca un discurso a todo un país?
Busquemos en los prefabricados de los que es imposible salir. "Gobernaré para todos, los que me votaron y los que no. Seré el presidente de todo. Puertas abiertas. Siempre escuchando a la gente, al pueblo. Este gobierno buscará la unión. Juntos, Unidos, Abrazo, Nuevo, Dialogo, Respeto, Democracia, Libertad, Patria, Productividad, Esperanza, Trabajo, Fe, Amor, Esfuerzo"... y usted colóquele todos los nexos coordinantes como para que amare el sentido.
No, todo eso ya no. Ahora germinó el "basta", "se acabó la decadencia" y "volvamos a ser potencia". Así de fácil. Con la bendición de dios al final del discurso.
Y así votó la Argentina de la cultura y la infamia, de la televisión barata y el teatro vacío. La de las encuestas por todo y para todo. La de un precio en aumento de absolutamente todas las cosas todo el tiempo.
La Argentina de los dólares, la argentina que no alcanza, la que sobra, la que puede darse lujos y la que puede no darse nada. La Argentina que olvida, la que recuerda, la que confunde y la que ignora. La Argentina de Nunca Más y la de otra vez lo mismo.
La del miedo de salir y no regresar, la de la alegría por una copa mundial. La Argentina que se sube a una farola para celebrar y se mata por ese afán de buscar una alegría hasta debajo de las piedras.
Un país de políticos y abogados, de ingenieros y hacendados. Un país donde no se votan marcianos, pero a todos les gusta pensar que son tipos muy extraños. Es que es muy raro que alguien bien nacido sea corrupto, mentiroso, mafioso o inútil para todo servicio. Que se vayan todos, que regresen los mismos, que aparezcan nuevos, que se queden los conocidos.
Y otra vez la historia, la argentina que nació para ser potencia, la que lo tiene todo para triunfar, la del derrame económico, la que todo el mundo sabe lo que tiene que hacer con ella, la que no se puede creer que esté como está, la que se pierde en su laberinto y se niega a sí misma.
La Argentina de tres cifras de inflación, la de la mitad bajo la línea de la pobreza, la de la concentración de capitales, la de las sequías, la de las inundaciones, la de lo imposible, la de la tierra fértil, la de la usurpación, represión, revolución y desilusión.
La Argentina racista y solidaria, clasista y amigable, fascista y progresista, patronal y proletaria, la buena onda y la asquerosa, la mentirosa y la sincera. La de las pibas, los pibes, los pobres, los ricos, los religiosos, los agnósticos, los que escriben poesía y los que son poesía. Los que debaten todo en un bar y los que le temen a todo lo que no sea como era antes. Porque como era antes es como debe ser.
La Argentina que baila un tango y una chacarera y si un camión vuelca en la ruta te carnea a las vacas antes de que llegue gendarmería. La inclusiva y la exclusiva. La de los barrios privados y los barrios privados de todo. La que colapsa con el lenguaje inclusivo y la que pelea por su uso nada más que para ver a los otros colapsar.
La Argentina corrupta desde La Rosadita hasta los milagros de Milagro la de Jujuy, la del desvío de fondos y la de los muertos misterioso de los servicios de inteligencia. La del negocio de ocupar tierras, de políticas para enriquecerse y del metro cuadrado en Puerto Madero con un depa prestado.
La Argentina de la mentira, de la crueldad, de la negación, de la eterna sesión con el psicólogo, del me voy pero no hay como lo mío, del asado y el culto a la mistas, de las pastas y las pastillas. Del paco y la educación pública, del gatillo fácil y los transas manejando la zona.
La de la defensa de los derechos, de los derechos pisoteados, de las madres, de los padres, de los hijos, de los que viven de la limosna, de los que viven del Estado, del estado de las cosas y de las cosas del Estado.
Bonos a uno, dos, mil años, la bolsa y la temperatura. Cambio, cambio. Hoy veraneamos en Mardel así que a limpiar la arena, mañana nos vamos al infierno así que a comer mierda.
La Argentina de militantes, militares y militantes militares. La Argentina del Papa, de Perón, de Alfredo Palacios, de la Junta, de Alfonsín y el Turco, del modelo agro exportador y de Lisandro de la Torre, de San Martín, Belgrano, Rosas, Urquiza, de mil golpes de estado, de desaparecidos, aparecidos, candidatos elegidos, figuras que parecían superadas y que, exactamente igual que Alf, regresan, en forma de fichas.
La Argentina del Che Guevara, de Roberto Arlt, de Soda Stereo y la Negra Sosa, de La Mona y Piazzolla, la de Alejandra Pizarnik y la de Ricky Espinosa. La de Les Luthiers y la que se emociona cada vez que algún artista demagogo dice: son el mejor público del mundo.
Como en la búsqueda constante de cariño y validación.
Igual que los "inocentes" candidatos a la presidencia de una nación.
Acaso creen que ellos suponen que los votamos por amor?
Las personas eligen su voto por muchas cosas. Por convicción ideológica. Por causas heredadas. Por moda. Por empatía con el candidato. Porque jamás votarían por el otro. Porque existe una promesa de trabajo directo con el postulante. Porque ha sido influenciado, amenazado, engañado o porque supone que esa es la mejor opción. También, y no en menor medida, eligen su voto por cansancio, por rabia, por exposición pública, por estado de ánimo o por confusión.
Pero básicamente el votante está eligiendo al personaje que se lleva el premio mayor que otorga el Poder en cada elección. Y uno no lo elige inocentemente, lo elige para poder responsabilizar a alguien de todas las frustraciones, malos días, tristezas, impotencia, torpeza, estupidez e injusticias de las que uno es victima resultado de las acciones ajenas o propias, históricas o actuales.
Y resulta ser que el premio es tan grande que están dispuestísimos a pagarlo.
Todo se pone en juego en una elección. Todo eso vota.
Y todo eso por supuesto votó ayer en Argentina. Todo eso y mucho más.
Los próximos años gobernará el país, como siempre, un complejo sistema de poderes del que el electorado decidió en parte. Municipios, gobernadores, legisladores, diputados, senadores, todos en relación con la Justicia, los medios de comunicación, inteligencia del estado, las fuerzas de seguridad, las relaciones internacionales y la economía global. Claro, sumémosle alguna que otra noticia que altere el estado de animo mayoritario.
Y también, por supuesto, un presidente. Un tipo del que se espera convierte el agua en vino, camine sobre el agua, lo cambie todo sin cambiar nada, lo limpie todo sin lavarse las manos, lo gane todo, sea eficiente y una gran persona, sea fiel y aplique la venganza sutil. Un tipo ejemplar de esos que invitaría uno a su mesa sabiendo que sabrá usar el extinguidor en caso de emergencia y si se quema el pavo dirá: no hay problema, tengo uno recién horneado en el coche, voy por él.
Lo bueno es que en ese show todos saben que eso no pasará. Que todo es parte de la obra y que en poco tiempo ya se estará otra vez haciendo recuento de daños.
Argentina sabe que siempre está votando por Boca o por River, por Ringo Bonavena o Monzón, por Ford o Chevrolet, por pizza o asado, aunque le vayas a Ferrocarril Oeste, recuerdes a Nicolino Locche, prefieras los Dodge y un plato de ravioles con tuco.
Hoy hay una Argentina feliz que alcanzó el objetivo deseado y otra Argentina cabizbaja pensando que Argentina no tiene más arreglo por culpa de la otra Argentina que no merece ser Argentina.
Difícil de entender? Pero es que hay otra y otra y otra, y otra más. Porque insisto, esa uniformidad aparente es en realidad una diversidad tan potente que quienes sospechen que un país es ese pequeño espacio que habitan día a día, se equivocan.
Argentinos y argentinas: bienvenidos al inicio de la era Milei. Sea lo que eso signifique.
Damas y caballeros: bienvenidos al kaos total!!!!
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