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El primer paso lo dio la Disney con
Tron
(Steven Lisberger, 1982), que si bien no se basaba en un videojuego (la
aparición del videojuego fue posterior al estreno del film), sentó las
bases de un "género" que actualmente está viviendo su época
de esplendor (asimismo, el film de Lisberger fue pionero en la utilización
de la CGI (Computer Generated Imaging), cuyas escenas "rodadas"
íntegramente por computadora, estrechó los lazos entre los video juegos y
el cine).
Así como los films comienzan a tomar
como a los videojuegos como fuentes de nuevos argumentos, en un proceso
que podríamos llamar de "retroalimentación", los
videojuegos
incorporan a partir de la década del 90, una gran cantidad de recursos
estrictamente cinematográficos. Pero sin lugar a dudas, en este reflujo,
los videojuegos se vieron notoriamente beneficiados (ayudados por la
mejora de la calidad gráfica de las consolas de juegos y las PC), ya que
las transposiciones a la gran pantalla de los videojuegos, arrojaron
resultados realmente desalentadores. Mark A. Altman de Mindfire
Entertainment, productor de la adaptación cinematográfica del juego de Sega,
House of the Dead, sostiene que: "los videojuegos se han vuelto
mucho más sofisticados. No son el Pac-Man ni un grupo de pixels
irreconocibles. Los juegos han evolucionado mucho, y ahora tienen
historias y tramas tan sofisticadas, o más, que las películas".
Si bien – como veremos a continuación
-, desde comienzos de la década de los ochenta, comenzaron a producirse
películas basadas en videojuegos, a partir del éxito de Tomb Raider (en
los Estados Unidos recaudó 48 millones de dólares en el primer fin de
semana), reavivó una serie de proyectos que se encontraban en stand-by
(obviamente, ya se está preparando la secuela de la aventura
protagonizada por Lara Croft).
Sin lugar a dudas, el principal motivo
del fenómeno de la adaptación de los juegos a la gran pantalla es
estrictamente económico, debido principalmente a las posibilidades que
abre al marketing. Personajes como Lara Croft y Duke Nukem resultan
particularmente reconocibles a un target al que apuntan con más asiduidad
los estudios: el público que tiene entre 12 y 34 años.
Por otro lado, el traspaso al cine
posibilita vender más merchandising y más copias del juego. Mortal Kombat
(Paul W.S. Anderson, 1995) recaudó solo en los Estados Unidos 70
millones de dólares, pero los ingresos por todo concepto alcanzan los 4
billones de dólares. Mientras que Pokemon: The first movie (Michael
Haigney y Kunihiko Yuyama, 1999) recaudó 86 millones de dólares, pero en
total lleva recaudados 15 billones de dólares desde su aparición en
1996.
Incluso se le reconoce un impacto
marketinero mayor que al comic, que salvo los personajes clásicos
(Superman, Batman), alcanzan un público de – como máximo – 50.000
copias, cifra infinitamente inferior a la que puede alcanzar un
videojuego.
Paralelamente, el mercado de los
videojuegos está atravesando su mejor momento: en el año 2000, en los
Estados Unidos las ventas alcanzaron los 6.4 billones de dólares (en el
mismo período, la taquilla cinematográfica logro un pequeño margen
mayor: 7.7 billones de dólares).
Aunque el negocio parece seguro, y tal
vez para para confirmar el fenómeno, algunas adaptaciones fueron
verdaderos fracasos en la taquilla: Super Mario Bros. (Annabel Jankel y
Rocky Morton, 1993) recaudó solamente 21 millones de dólares; y Wing
Commander (Chris Roberts, 1999), 12 millones de dólares. Pero a pesar de
todo, el desarrollo de las adaptaciones cinematográficas de los
videojuegos más conocidos parece estar en su período de esplendor.
En un comienzo fue la Disney
En 1982, Disney presentaba Tron,
protagonizada por Jeff Bridges y dirigida por Steven Lisberger. A pesar de
que el film no fue un éxito, fue el punto de partida de toda una serie de
films, que si bien no estaban basados en videojuegos, parte de sus
argumentos estaban vinculados a los mismos. Cabe destacar que en los
primeros años de la década del ochenta, los videojuegos eran bastante
limitados en sus diseños, por lo que las fantasías vinculadas a los
mismos pueden resultar en la actualidad particularmente cómicas.
Un año después, aprovechando los últimos
coletazos de la guerra fría, se estrenaba Juegos de Guerra (War Games –
John Badham, 1983), en la cual un adolescente Mathew Broderick, a través
de su – hoy primitiva – computadora personal ponía en funcionamiento
el sistema defensivo norteamericano cuando sus computadoras tomaban por
cierto un supuesto ataque ruso, generado por un videojuego. Luego del éxito
del film, el antiguo Colecovision lanzó al mercado un juego basado en el
mismo.
En el mismo año, aparecieron Joysticks (Greydon
Clark, 1983), con Joe Don Baker y Pesadillas (Nightmares – Joseph
Sargent, 1983), una película en episodios, uno de los cuales estaba
vinculado a los video juegos: Bishop of Battle, protagonizado por Emilio
Estevez. En 1984, fue el turno de Starfighter, la aventura comienza (The
Last Starfighter – Nick Castle, 1984), con Lance Guest; y Cloak and
Dagger (Richard Franklin, 1984), protagonizada por Henry Thomas (Elliot en
ET).
A fines de la misma década, Christian
Slater y Beau Bridges protagonizaron The Wizard (Todd Holland, 1989), pero
el desarrollo de los videojuegos en la siguiente década puso punto final
a este tipo de películas, que se fundaban principalmente en fantasías
apocalípticas. Sólo el genial Jackie Chan en 1992, realizó una de sus
maravillas "keatonianas" con el videojuego Street Fighter II en
el film City Hunter (Jing Wong, 1992).
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segunda parte ···>
por Nicolás Quinteros
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