"La
luz esta en mí, sólo quiero liberar a alguna pobre gente de la vida desdichada que
lleva. No deben verme como a un maniático. Soy el que salvará a este pueblo del
sufrimiento. Soy el que, lleno de piedad, me apeno de los destinos tortuosos y glorifico
esas almas liberándolas de sus cuerpos"
Cuando Grubach terminó de leer mostró a López el papel y apagó el cigarrillo en el
vaso de café que este estaba tomando.
- ¿Y esto?- preguntó López después de leer las letras aparentemente escritas con
sangre y plumín.
- Alguien tiene que haber visto quién lo trajo- sentenció Grubach.
La voz del jefe tronó llamando a los dos inspectores a presentarse de inmediato. Grubach
tomó el papel, López se saltó como un resorte y ambos se dirigieron a la oficina.
- ¿Qué tienen?- dijo el jefe entre los "rings" del teléfono que no paraba de
sonar.
- Esos son los periodistas y tengo que decirles algo- replicó molesto señalando los
teléfonos con displicencia.
- Tenemos esto- dijo López señalando el papel que Grubach tenía en la mano.
El jefe lo leyó, e hizo la pregunta qué era de esperar: -¿De donde lo sacaron?
- Apareció sobre mi escritorio- dijo Grubach casi con inocencia indigna.
- Las cosas no aparecen- reventó la voz del jefe como una bomba de estruendo -Alguien
mató a esa gente, alguien escribió esto y alguien lo puso en tu escritorio. Ahora no
quiero verles las caras hasta que no tengan respuestas que se acerquen a las que espero de
dos policías y no de dos niños ignorantes.
- Si señor- respondió López que nunca supo mantenerse callado.
Grubach corrió hacia el oficial de guardia y le preguntó si alguien había pasado a su
escritorio.
- Sí, yo deje un sobre- respondió el oficial. Al ver los ojos de
Grubach, agregó: -Lo
trajo un chico y dijo que era para el Inspector de piloto café y poco cabello, así que
supuse que hablaba de ti- el oficial sonrió irónico y dejo de hacerlo al instante cuando
vio que la expresión de Grubach no variaba.
- ¿Y?
- No sé. Dejó el sobre y salió corriendo como si el diablo lo llevara bajo el brazo.
Después tomé el sobre y lo dejé sobre tu escritorio ¿Por qué?
- No importa- respondió Grubach al tiempo que colocaba el papel en el bolsillo de su
"piloto café" bastante roído por el uso.
- ¿Dónde vas?- gritó López mientras tomaba el saco que había dejado sobre el respaldo
de su silla.
Grubach no
contesto y bajó corriendo las escaleras del edificio policial. Subió a su auto y dejó
una línea de caucho negro sobre el pavimento.
Las ruedas del Chevrolet comían metros de la Avenida principal, sobre el volante, el
inspector extendía el papel y alternaba su análisis con la atención en el camino.
Frenó en la puerta de la Iglesia San Jorge y bajó del auto con el papel en la mano.
Subió las escaleras del templo con la misma velocidad con que había bajado las del
edificio de la seccional.
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