Según los entendidos los motores que mueven la
historia, desde los tiempos más remotos, son siempre los mismos: la
pasión, el dinero y el poder. No siempre se encuentran presentes de
manera tan explicita, pero camuflados bajo otras formas, sin duda
aparecen y en esta historia no podían faltar.
La Historia de La Doce - La llamada
Barra brava de
Boca Juniors
En Argentina aún se vive bajo un Gobierno
Militar, el tristemente famoso “Proceso de Reorganización Nacional”
que derrocó del poder a Isabel Martínez de Perón allá por 1976 sigue
en vigencia bajo el mando del Coronel Jorge Rafael Videla.
El “Mundo Boca Juniors
Estamos en 1980 y los argentinos ya llevan 6
años sin poder ejercer su derecho a voto, derecho cívico que sólo se
respeta en algunas Asociaciones Civiles sin Fines de Lucro como ser
los clubes de fútbol.
Boca Juniors, para algunos el
club de fútbol más reconocido del país, se encuentra sumergido
en una de sus más profundas crisis, al borde de la quiebra y de la
desaparición por causa del inmenso déficit económico. La nueva
dirigencia al mando del recientemente elegido Presidente Antonio
Alegre trabaja día y noche para evitar que el equipo se hunda. Sin
embargo en otro lugar del Barrio de La Boca un grupo de hinchas de
los más radicales no se preocupan por el futuro del club, sino por
asegurarse el propio.
El Abuelo.
José Barrita, nacido en Italia pero fue criado
en La Boca, es conocedor de sus calles y conventillos (viejas y
humildes construcciones de chapa, madera y cartón donde se
instalaban los inmigrantes al desembarcar en el Puerto de La Boca)
como de la palma de su mano. No se pierde un partido de
Boca
Juniors y luego de tanto amor brindado y tantos años de
“militancia” cree que le ha llegado el momento de una recompensa.
Por eso, en una noche de verano y en una reunión como tantas otras,
mientras la “Barra Brava” (así se conoce en Argentina a los “Ultras”)
organizaba un viaje al interior del país para seguir al equipo de
sus amores, José Barrita sacó de entre sus ropas un revólver calibre
38, apuntó al entre cejo de “Quique” el hasta entonces “Jefe” de la
“Barra Brava” de Boca y le comunicó que a partir de esa noche
él sería quién diera las ordenes. Y pese a la resistencia inicial,
los tiros terminaron de convencerlo. Desde ese episodio nadie supo
más nada de la vida de “Quique”, quién hoy tiene un puesto de venta
de merchandising oficial de Boca cerca del estadio, por mucho
tiempo. Esa noche, sin duda, no fue una más por que no sólo
desapareció “Quique”, también desapareció José Barrita para darle
vida a “El Abuelo” el más recordado de los Jefes de “La Doce” (tal
como se le llama a la “Barra Brava” de Boca).
Pero El Abuelo necesitaba “hacerse conocer” y
sus credenciales no fueron otras que las armas. Durante sus primeros
años al mando de La Doce tuvo violentos enfrentamientos con barras
de otros clubes dejando como saldo 5 muertos y un centenar de
heridos. Con su nombre grabado a sangre en el inconsciente del mundo
futbolístico, El Abuelo escuchó los consejos de sus
“lugartenientes”, los hermanos Rafael y Fernando Di Zeo, y se
decidió por un manejo más “empresarial” de la Barra y creó la
Fundación Jugador Número Doce que, con la excusa de realizar obras
benéficas, se ocupa de recaudar fondos para solventar los viajes,
las entradas y hasta los gastos diarios de sus fundadores.
Los fondos eran aportados por jugadores y dirigentes de Boca
Juniors, quienes decidían colaborar previa amenaza de sus
“miembros”. Tan bien marchaba el negocio que la Fundación recaudó en
el primer año de vida casi U$S 3 millones.
La Traición
El negocio marchaba más que bien, pero la
violencia era una llama que no terminaba de apagarse en el interior
de El Abuelo y esa fue su perdición… A principios de 1994 y con la
intención de volver a las armas, El Abuelo incorpora a un grupo de
jóvenes de Fuerte Apache (un complejo habitacional de gente humilde
y en algunos casos marginal) con la intención de que fueran su
“Fuerza de Choque” en los sucesivos hechos delictivos que planeaba.
Los Di Zeo, defensores acérrimos de un manejo más mafioso y
redituable que de un regreso a la violencia se alejaron. Pero no
tanto… Fue un 7 de abril de 1994, luego de un Boca-River
donde El Abuelo, tentado por comentarios que decían que “estaba
viejo, que ya no tenía fuerza para comandar a una masa tan grande”
decidió mostrar su vigencia: planeó una emboscada. Su “Fuerza de
Choque” esperaría a que pase un camión con un grupo de hinchas
de River y lo atacarían a balazos. El hecho dejó como saldo
la muerte de dos de ellos. Seis miembros de La Doce fueron
encarcelados, y El Abuelo pese a poder comprobar que no estaba
presente en el lugar del hecho, puesto que estaba siendo
entrevistado por una periodista inglesa que testificó a su favor,
fue condenado por ser considerado el Jefe de una Asociación Ilícita
(La Doce) según el Código Penal argentino.
La Sucesión
Con El Abuelo fuera de circulación la sucesión
recayó en quienes desde las sombras le habían puesto el señuelo al
Jefe de La Doce: los hermanos Di Zeo. Rafael siempre fue el que
llevaba la voz de mando en la familia y así lo fue en la hinchada.
Fernando, en cambio, ocupó un lugar más silencioso pero se aseguró
de consolidarse como el “Vicejefe” de La Doce para evitar que otra
traición, los desbanque. Los Di Zeo visitaban a los miembros de La
Doce encarcelados e incluso organizaban visitas de jugadores
de Boca Juniors al penal en el que estaban, para jugar al
fútbol con los internos. Reuniones que siempre terminaban a las
risas y compartiendo un asado. Los Di Zeo convencieron a los
miembros recluidos de que El Abuelo tuvo una pena inferior a la de
ellos por que fue el “entregador”. Así, no tardaron en llegar las
banderas y los cánticos que acusaban a El Abuelo de traidor. Con
esto los Di Zeo se aseguraron “la muerte” del único hombre que podía
hacerle sombra en la comandancia de La Doce. El Abuelo salió en
libertad en diciembre del ’97, y cuando intentó acercarse a La Doce,
una noche de enero de 1998 una lluvia de tiros de la que salió vivo
de milagro, le recordó que ya no era más el de antes, había vuelto a
ser José Barrita. Lejos de La Doce y del Barrio de La Boca, la
muerte lo sorprendió a José Barrita disfrazada de crisis asmática,
enfermedad que El Abuelo arrastraba desde su niñez.
El Mundo de los negocios
Con la llegada de Mauricio Macri y la
consolidación de Rafael “El Rafa” (tal su nombre de guerra) Di Zeo
al frente de La Doce, la violencia pareció esfumarse del barrio de
La Boca. Nadie lo pudo aseverar, pero por las calles del barrio se
comenta que entre uno de los empresarios más ricos de la argentina y
el dueño de una agencia de remises del barrio de Villa Lugano (tal
como figura Di Zeo en los registros fiscales) se firmo un “Pacto de
Convivencia”. Pacto que incluye además del libre acceso al club para
la cúpula de La Doce, el estacionamiento de la calle Del Valle
Iberluzea (uno de los principales accesos al Estadio de Boca)
y la recaudación de una de las ventanillas de venta de entradas
para todos los partidos que juegue Boca de local.
La pasión o el amor por un club. El Poder para
comandar a esa gran afición autocatalogada La Doce. Y el Dinero que
genera la gran masa de gente que sigue a
Boca Juniors, fueron
los motores de esta historia de sangre y traiciones.