Todos los pueblos o pequeñas ciudades del
interior de cualquier país tienen en su archivo historias de brujas o de
maldiciones. Estas, se reducen sólo a creencias populares puesto que muy
pocas han sido comprobadas.. Pero a veces sus efectos pueden convencer
hasta al mayor de los incrédulos de que en realidad son algo más que un
simple mito.
El territorio sobre el cuál ahora esta ubicada la
Provincia argentina de La Pampa, antes de la llegada de los
conquistadores era ocupado por lo indios Getz (mal llamados Pampas)
quienes veneraban a su Dios Cha-Chao, Según la leyenda Cha-chao tenía un
hermano que envidiaba mucho los privilegios de los cuales él gozaba.
Este joven llamado Gualicho, fue expulsado del reino de los
cielos por Cha-Chao y condenado a vivir entre los hombres. Fue allí
donde sembró todo ese odio y esa maldad, y es por eso que en la
Argentina cuando alguien sufre una maldición se le dice que esta
engualichado…
Boca Juniors: en caída libre
El año 1984 no es bien recordado por la gente del
Boca Juniors, es que ese tiempo lejos estaba de ser el gran
equipo que fue a finales del siglo pasado y comienzos de este. Aquella
era una época en la que Boca estaba sumergido en una profunda
crisis económica, tan es así que los números en las camisetas eran
pintados a mano y con marcador antes de cada partido. Muchos
fanáticos se preguntaron por qué se había llegado a esto siendo que
el equipo era uno de los más populares del país. Otros recordaron un
episodio pasado hace un tiempo atrás y aseguraban que el club
estaba engualichado y que recién con la llegada de un nuevo año Boca
podría resurgir.
La peor idea
A ese Campeonato Nacional de 1984 se había
clasificado por primera (y a la postre única) vez el equipo
Ferrocarril Oeste de General Pico (La Pampa), un club humilde, que
tenía apenas 50 años de vida. Quiso la suerte que en el sorteo le haya
tocado integrar el grupo con N.O.B de Rosario, Talleres de Córdoba
y Boca Juniors. La noticia fue recibida con gran júbilo por la
población pampeana, y los dirigentes de Ferro de Pico pusieron manos a
la obra para la construcción de un nuevo estadio para recibir al
Gran Boca Juniors. El estadio se levantó en apenas 4 meses y su
inauguración fue una fiesta: fuegos artificiales, aviones haciendo
acrobacia y tres paracaidistas que cayeron en el centro del campo. El
estadio estaba repleto, hecho que se repetiría solo una vez más, en el
partido ante Boca.
Para ese encuentro el pueblo se vistió de fiesta,
muchos famosos fanáticos de Boca llegaron hasta Gral. Pico para
ver a su equipo en un partido, a priori, sencillo. Todo era júbilo hasta
que llegó el grueso de la hinchada de Boca, La Doce, y
haciendo gala de los que algunos llaman folklore futbolero, enfrentaron
a los simpatizantes de Ferro de Pico y le robaron una bandera. La misma
llevaba inscripta esta leyenda: "Ferro, Dios y tu hinchada están aquí".
La bandera estuvo todo el partido en la tribuna de Boca y el
encuentro termino 0-0. La Doce creía que pese al punto, al menos se
llevaban un trofeo de guerra de Gral. Pico, los locales sabían que
además del punto, Boca se llevaba una maldición. La
bandera estaba engualichada.
La Racha Negativa
Al robo de la bandera, le siguieron 9 partidos en
los cuales Boca no pudo ganar ( 5 empates y 4 derrotas) quedando
a uno de la peor racha sin triunfos de su historia (10 partidos en
1957). La racha negativa se cortó porque llegó a lo oídos de un
dirigente de Boca que la bandera obtenida en Gral. Pico por la
hinchada estaba maldita. El hombre se contactó La Doce, le comento el
hecho y estos se la dieron y le pidieron por favor que la devuelva. El
dirigente viajó a La Pampa y luego de un pedido de disculpas devolvió la
bandera a sus propietarios. Para algunos aún existe esa duda, ¿en verdad
la bandera estaba engualichada?... no sabemos pero al partido siguiente
a la devolución Boca volvió al triunfo, y la gente de Ferro de
Pico que tanto reclamó aquella insignia, nunca más volvió a llevarla a
una cancha.
Las creencias populares seguirán vivas y seguirán
siendo simplemente eso, creencias sin ningún fundamento científico que
las justifique. Pero todavía no encontré a nadie que al ver una escalera
no evite pasar por debajo de ella. Como decía mi abuela: No creo. Pero
que las hay, las hay.