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Me he puesto a pensar, en eso pero no tiene sentido para mi colgarme medallas, tener títulos, subirme al carro de los famas, soy extraño, lo sé, sólo me interesa un tanto la lectura y las ideas de algunos filósofos de los que me enseñaron en la escuela historias fragmentadas, los seguí leyendo por el mero placer de escuchar sus palabras, de saber que demonios era la epistemología y sus derivados, porque las ideas cambian una estúpida generación. Leía a la generación perdida y después entre a un foro de literatura marginal, pensé tal vez deba encontrar ahí algo que tenga sentido, las certezas de que no camino solo, acá en esta suerte de vida disociada, escribí contestando dos o tres comentarios de gente que escribe como oficinista y que…no les gusto el cabrón, pendejos, weyes, boludos y demás chingaderas que puse. Y me retiraron, eso si amablemente de su comunidad…mierda. Me sentí como en la escuela, con el pelo largo y mi vestimenta postGrunge, donde mis maestros, alucinaban mis participaciones, por eso me he vestido, ahora de etiqueta. Tratare de escoger las palabras precisas para decir: No me interesan las ideas, no me interesa ser alguien, no me interesa dar opiniones de libros por palabras de otros, o del último libro leído en versión resumida. Me parece un desperdicio las ideas, que se dan para pasar una curricula dentro de un plan de estudios, me hago bizcos y caras de loco a la grandeza de las vacas sagradas, no quiero ser nadie, quiero que se pierdan en el olvido mis intentos, inútiles, de encontrar coherencia dentro de este sinsentido. No me interesa tener una casa, un auto, un nombramiento de maestro o doctor, la inteligencia que dicen que poseo, me ha dado para dado idea que el saber con todas su grandeza es un trabajo en solitario, una soledad tan absurda por algo inmaterial, por eso; Salí al mundo real buscando una mujer que me partiera el corazón, para saber que aun latía que debajo de todo ese barniz de ideas, hay algo que late y es real. El saber así, obsesivo, es adentrarse a la oscura noche de San Juan de la Cruz, de ahí a la locura encuentras una tela invisible que los separa, no me importaría cruzarla, pero prefiero la calidez de un abrazo o de los besos que tienen algo que te encadena a la tierra… Busque el camino de regreso, pero ni la religión, ni el ocultismo, la filosofía y las ideas me hicieron sentir, lo que en verdad necesitaba, una mujer, con todos sus defectos y egoísmo me dio un atisbo de lo que necesitaba… En el trabajo, tengo de dar mas, tal vez, pero nadie ha dado lo que yo dedicando parte de mis horas libres para hacer más proyectos en un año que ellos en 5 años. Están contentos conmigo, me han dado un aumento de sueldo, mejores condiciones de trabajo y una nueva oficina sólo para mi. Un paso lógico es la coordinación de proyectos, pero no me gusta hacer reverencias a nadie, ni sonrisas fingidas, gestos estudiados de toreo de salón. Mi novela tal vez sea el punto para volver a perderme entre el reino maldito de la ideas, para olvidar que hay cosas mas importantes que esta suerte de impostura intelectual de las palabras, aprender a estar con la pluma, como una cámara de turista en vacaciones con miles de fotos y ningún momento vivido, para que todo sea para la posteridad y pavonearse con los amigos, lo ridículo de las fotos y de las crónicas urbanas. Pero todo tiene un fin mas alto, menos el momento que vives, thanatos, para que la civilización produzca, tenemos nuestras disfunciones, las disfuncionalidad como el grado más alto de la cultura. La escuela tal vez, sea un campo atractivo, estar con gente que persigue el mismo fin, pero al fin tienes que entregar reportes de lecturas, comentarios sesudos y juntar sobresalientes. Todo sea por aumentar puntos en el currículo. La escuela es lo mas parecido a la cárcel, donde bailamos una melodías mal interpretadas, de gente que lleva cantándolas durante años, por un salario miserable. Pero es el lugar donde se pone a prueba tu capacidad de baile y tus dotes de resistencia. Creo que no, no me convencen los argumentos y tiraría a el tacho de basura todo lo que tengo por unas noches ya vividas con la esperanza de que se repitan. De que mi historia tenga un final como uno más de los cuentos que terminan así: Y vivieron felices por el resto de sus días
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