EL
MUNDO HISPANO: FE DE ERRATAS.
No
puedo por menos que calificar de lamentable la actitud plasmada en la
revista "Vanity Fair", en la edición (para que no quepa
ningún tipo de error) en cuya portada aparece la actriz mexicana Salma
Hayek en pose sugerente: en esa misma edición, en el interior se hacen
comentarios y observaciones poco o nada respetuosos con nosotros, los
hispanohablantes (o hispanoparlantes, el Diccionario admite ambas
formas). En efecto, un señor (claro eufemismo sustitutivo de no sé que
otro improperio que se me ocurra ahora mismo) comentaba muy preocupado
el avance del español, y preguntaba a la revista si tenía que aprender
ese idioma. Un escritor australiano bastante conocido (en su casa a la
hora de comer, supongo), bajo un pseudónimo ridículo le comentaba que
no era necesario, ya que el español no era un idioma que mereciera
mucho la pena, ya que lo único realmente bueno e importante de nuestro
idioma era "El Quijote" y quizás algo de un tal García Lorca
(que este escritor no tiene el gusto de conocer, creo).
Parece
novelesca la falta de consideración de algunos anglosajones, que creen
que el mundo gira exclusivamente a su alrededor. Una vez más, tenemos
que asistir al espectáculo grotesco que supone la confirmación de un
antipático tópico en un determinado grupo del género humano: el
cinismo, cinismo no ya sólo contra nosotros, sino contra muchos de sus
paisanos que supieron afrontar (y superar) el reto de aprender español,
algo a lo que invitaría también a ese señor. El español no se reduce
sólo al Quijote y cuatro "tonterías" más.
Apuesto
a que no ha leído "El Lazarillo de Tormes", el
"Buscón" de Quevedo, las obras, en definitiva, del Siglo de
Oro español, ni la literatura española de posguerra (Aldecoa, Cela,
Delibes, Matute, Sánchez Ferlosio) ni los poemas de Alberti o Machado.
Y qué decir de la extensa y variada literatura hispanoamericana: los
cuentos de Bioy Casares, Borges y Cortázar. Los poemas de Octavio Paz,
Rubén Darío, José Martí, Gabriela Mistral o Pablo Neruda. Apuesto a
que no sabe nada de los "100 Años de Soledad" de un tal
García Márquez, ni de ese coronel que no tiene quien le escriba.
Tras
la abrumadora y apabullante indignación de la comunidad hispana no tuvo
por menos que decir, a regañadientes, que lo dicho "era una
broma". No es por nada, pero nosotros, para las bromas, tenemos
mucha más delicadeza. Y, lo que es más importante, decimos (al
pricipio o al final) que es una broma; no tenemos que esperar un
aluvión de críticas. Por último, una recomendación: si este escritor
ve un edificio con el nombre de "Instituto Cervantes", se
atreva a entrar: no es ninguna secta destructiva ni ningún lugar donde
le vayan a lavar el cerebro, el estómago o las tripas.
Si
se resiste, le deseo tenga una existencia muy feliz "donde habita
el olvido". Por supuesto, esto último es una broma.
José Antonio Franco Oréfice
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