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Bienvenidos a las noticias internacionales. Entre huracanes, atentados e intentos de entender lo incompresible despertamos de una pesadilla para ingresar en otra y sospechamos que estamos bajo efectos de un sueño inducido.
Después de que el mundo se escandalizara con la masacre en el Casino Royal en Monterrey varias cosas cambiaron. En realidad no varias, sino una. Ahora se tenía la justificación para poder llamar actos de terrorismo a las actividades de los grupos delictivos. Y para allá fueron todos los responsables políticos, o políticos responsables, para allá todos los discursos, las condolencias, el estupor mundial y los refuerzos militares.
En este antes y después México se coloca en un presente extraño respecto a lo que podría ser llamado terrorismo. Un presente que huele mucho a futuro, porque aquí no se trata de extremistas religiosos, de grupos separatistas, de mesiánicos radicalizados, de outsiders mitómanos, de guerrilleros políticos. No hay filosofía de por medio, no hay intención de reconocimiento, no hay motivación de cambio, no hay expresión de inconformidad, no hay pelea ideológica. Hay solo una cosa: el negocio. Uno de los negocios más rentables del planeta con tanto dinero en juego que la vida empieza a valer lo que vale la suerte en una ruleta de casino.
¿Qué vendrá? ¿El famoso terrorismo internacional que abre las puertas a intervenciones internacionales interesadas en el negocio legal del petróleo, la minería, la ubicación geográfica estratégica, las armas? O ¿ya mejor ni hablemos de negocios legales e ilegales?
En la exacta definición de la Real Academia Española el terrorismo es “dominación por terror” o “sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”. Podríamos enumerar miles de acciones de este tipo, unas sofisticadas y aceitadas a través de la compleja maquinaría del poder acordadamente legalizado, y otras más torpes, primitivas y rusticas como la de la conversación imaginaria que se habrá tenido horas antes de lo ocurrido en el casino: – Jefe, aquellos no quieren soltar porque dice que ya arreglaron con los otros. -Pues, quémenlo.
Así de fácil, así de primitivo, así de “este es mi juego y no va más!!!”. Y que la gente no reacciona, y que el pueblo no se queja, y que todos siguen haciendo su vida, y que nadie levanta la voz. ¿Alguien con verdadero poder demuestra que se puede hacer otra cosa salvo decir “uy que suerte que no estaba ahí a esa hora en ese lugar”?
Y mientras todos tratamos de llevar la vida a cuesta con piedras de resignación, impotencia y cierta tristeza agnóstica, resuenan las palabras del alcalde de Nueva York llamando a la población a prevenirse ante la llegada del huracán Irene: “no es broma, su vida podría estar en peligro”.
A lo mejor lo más ajustado sería que nuestros gobernantes nos miren a los ojos y digan: “todo esto es una gran broma, nuestros intereses son otros, y su vida está en peligro constante”.
Pero claro, nadie daría un voto bajo amenaza. ¿O sí? O ¿tal vez sea la única forma de ganar un voto?
Mientras tanto seguimos con la sensación de estar siempre en medio de batallas que no son nuestras. Hoy más de dos millones de habitantes en Trípoli que deben sobrevivir sin suministros y productos básicos. La mayoría no sabe que es la OTAN, solo conoció a Gadafi como gobernante, vio cuando llegaron los rebeldes, se escondió por las bombas que no sabían de que lado partían, y hacia donde se dirigían, y hoy por hoy no saben bien lo que pasa pero saben que no tienen con que sobrevivir.
Ah, eso si, ya hay precio por quien ayude a capturar a los autores del atentado a Casino Royal, lo que aun parece no tener precio es la vida de los que cada día se levantan pensando en cosas tan simples como poder volver a su casa después de tratar de sobrevivir en la selva diaria.
Pero para que vean que si estamos preocupados por acabar con este flagelo ahora tenemos tres retratos de los delincuentes, un chino orejón con gorra de baseball, una especie de John Travolta con gripa y un cachetón parecido a... a cualquiera!!!
Y así amigos, entre actos terroristas, actos proselitistas, actos de guerra, actos cotidianos y actos de mentira, nosotros nos jugamos el destino un una ruleta que ya hasta apatía nos genera saber donde caerá la bola. Porque algo nos dice que siempre hacen trampa y que la casa gana, una casa que alguna vez fue nuestra y que se perdió el mismo día que la bola empezó a rodar.
Son muchos los que gritan “no va más!!!!”, pero no sirve de mucho, quién debe decirlo la banca y el negocio es que la bola siga rodando.
Apostando las míseras migajas para poder obtener el gran premio de una vida digna, nosotros les damos las bienvenida al kaos total!!!!
artículo del 29 de Agosto de 2011
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