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Es 31 de diciembre, es el último día del calendario que acordamos utilizar como medida de tiempo organizativo y son las últimas horas de la primera década del siglo XXI, número al cual todavía nos cuesta adaptarnos.
"Este fue un gran año, este fue un año de terror", escuche de muchas bocas… claro cada uno a como le fue en la feria, y es lógico, aprendí a los golpes, y quizás con exageraciones de mi parte, que a nadie le importa realmente nada del "otro", siempre primero estará uno y luego el resto. Pero de ese pensar tan oscuro también aprendí que igual hay personas que nos desean cosas buenas, que desean nuestra sonrisa, y que ese pensar de que en realidad no le importas a nadie no es del todo absoluto. La realidad es que solo nos importamos a nosotros mismos pero en ese egoísmo natural no podemos ser "yo" sin los otros, algunos otros que si cargamos en nuestros corazones e historias.
Este año que queda atrás, y que queda para siempre, mi "yo" vivió instantes fabulosos gracias a "otros" y en los pensamientos del odioso balance estará todo lo ya se tatúo en mi osamenta para siempre, lo bueno para agradecer y lo malo para aprender.
Uno, que va siendo la sombra de sus errores y aciertos, muchas veces no entiende. Pero al fin de cuentas creo que de eso se trata la existencia, de revelarse unas pocas veces contra el sistema, de abrazar con el alma lo deseado aunque queme mucho, de librar batallas perdidas desde el comienzo, de amar un par de veces en mil años y de tratar de equilibrar lo que nunca puede equilibrarse. En medio: suspiros, lágrimas y sonrisas.
Así de simple y complejo, así de doloroso y placentero, así de digno, porque aunque parezca poco... vaya si vale la pena.
Hablaba ayer con un amigo, con el que la lista de cosas en común serian tan pocas que nadie entendería el adjetivo. Pero ¿cómo llamaría a alguien que te enseña algo o te demuestra algo que tu ya sabes desde tu nacimiento y olvidas en la locura del ritmo diario o la sordidez de tus propios pensamientos? No importa.
El hecho es que él sonreía levantando el ánimo de algunos que andaban desanimados con estas fechas. Él, que esta enfermo, no utilizaba su desgracia para que nos sintamos menos desgraciados… simplemente contaba sus planes, y sus planes simplemente pasaban por vivir.
Tan simple y tan insignificante para quienes tienen algunas cosas simples bien atrapadas. Y aunque nadie tiene la vida comprada, esa sensación de poseer algo por lo que alguien daría mucho más que nosotros: es inquietante.
Lógicamente no es natural reconocer lo mucho que uno tiene, siempre se mira hacia los huecos vacíos, y siempre los hay, pero estas fiestas son un huracán de sensaciones de lo que nos falta.
Por eso en el traspaso de década, además de pensar en huecos vacíos, en lo personalmente maravilloso y único que me dio este año y en los golpes que el paso del tiempo aplica, pensaré en él unos segundos como todo un signo del cachetazo que arde en el rostro diciéndote "animo" , y en los que como él no quieren dar lástima ni desean golpearte por tener lo que les falta, simplemente parecen estar para que esos a los que envidias pasando fiestas de TV con el ideal de la vida moderna y el glamour de lo perfecto pasen a ser espectros de los sentimientos de afecto más profundos por la raza humana.
Claro que también nuestros pensamientos estarán en lo mucho recibido, los abrazos dados, la experiencias únicas, el placer supremo de haber llenado nuestra historia con un año más que ni lento ni rápido, que duró lo que todos y que la velocidad de nuestros latidos y pulsaciones fueron las que le dieron la velocidad que tuvo.
Año nuevo no es vida nueva, la vida es una encadenamiento del pasado que nos hizo, el presente que nos hace y nuestra mirada hacia el futuro que nos hará. Todo cambia, sí, las esencias son eternas, también.
Fin de una década, mucho que agradecer, imágenes extremadamente generosas regaladas por las experiencias vividas gracias a "otros" , dolores superados y adoptados para siempre llevar de la mano en silencio y sin que nos quite la sonrisa del rostro.
Porque el Yo es lo único que nos importa, pero el Yo no recibe abrazos de si mismo, no se alimenta con su propia mirada y no se tiende la mano cuando encerrado cree que su visión es la única real.
Desintegrados del mundo, integrados entre la desintegración, no esperen milagros, el milagro ya está dado. Están solos, peleando solos, llorando solos, sonriendo solos, abandonados, pero hay quienes alrededor sinceramente desean que ganemos las peleas, que sequemos nuestras lagrimas, que sonriamos para reflejarse y que resistamos los embates de la levedad del ser.
Como brindamos en la emisión 2300, repetimos que no hay 2300 sin 2299 anteriores, no hay año nuevo sin año viejo y no hay camino si es que algo de ti no lo anduvo antes con los pies o los sueños.
Gracias “otros”, gracias por estar, por ser, por dejarnos reflejarnos, por quitarnos y darnos, por regenerarnos y soportarnos, por no entendernos pero intentarlo.
Levantando la copa que contendrá lo que paso y lo que vendrá:
feliz año nuevo!!!
artículo del 31 de diciembre de 2010
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