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Bienvenidos a las noticias internacionales y la despedida de un hombre.
Dicen que cuando un hombre muere su obra es lo que queda, y cuando la obra es tan grande se hace difícil tratar la muerte de Nelson Mandela como una noticia más. Todo pasa a ser secundario, todo pasa a ser un momento en la eternidad, todo pasa a ser algo que paso el día que murió Mandela.
Y aunque muchos hablan de Madiba y del dolor y la pena que su muerte causa, me atrevo a decir que hay muchas razones para decir: celebremos, la vida fue muy buena con Nelson Mandela.
Y la vida fue buena con él no porque así le tocó o porque tuvo suerte, la vida fue buena con él porque él peleó para que así sea. Porque lo ilógico muchas veces gobierna la historia admitido como lógica por extraño que parezca, y son aquellos que se resisten a eso los que cambian el mundo.
Ahora parece lejano, pero cuando era lógico que los negros sean tratados como animales, cuando era lógico que no pudieran recibir educación y sean discriminados de las universidades, cuando era lógico que no pudieran pisar los mismo lugares que los hijos de los colonizadores, cuando era lógico que no pudieran gobernar ni administrar su tierra, algunos pensaban: es ilógico.
Mandela pudo pensar, pudo resistir, pudo salir vivo de más de dos décadas de cárcel, formó una familia, se ganó el respeto del mundo, fue presidente de Sudáfrica, ganó cientos de premios, se convirtió en referente de los que no tenían voz, en referente de todos los que ansían paz, en referente de las luchas por la igualdad, en una de las personalidades más relevantes del siglo xx; o de todos los siglos.
Y todo eso llevó tiempo, mucho tiempo, para aquellos que creen que una revolución se hace en un día. Y todo eso llevó vida, mucha vida, para aquellos que creen que lo que no se consigue a la primera no sirve. Y todo eso llevo mucho dolor, mucho sufrimiento, para todos aquellos que creen que hay alguna forma de cambiar el mundo sin sacrificio.
Mandela no hizo ninguna revolución, pero revolucionó el planeta. No tomo las armas para matar al enemigo, lo convenció de su fuerza, que no era la fuerza de un hombre sino la de la lógica. No murió heroicamente en un frente de batalla asaltando la casa de gobierno, murió en su casa después de haber sido presidente y recibiendo un funeral con todos los honores.
Mandela fue una gota horadando la piedra. Mandela fue incomodo para el poder en libertad y más incomodo aún preso. Mandela era un hombre al que su causa y su decisión lo llevaron a convertirse en El Hombre; ese hombre que motivaba y justificaba la lucha de miles, millones más.
La vida fue buena con Mandela, muy buena. Miles de luchadores en el mundo no corrieron su suerte, fueron asesinados por los gobiernos, equivocaron su batalla, fueron muertos por un mundo que los ignoró, fueron reconocidos mucho tiempo después de que la pobreza y la espalda de hasta los propios amigos terminaron enterrándolos. Y muchos son anónimos, desconocidos, cambiaron en mundo siendo uno en la multitud, siendo todos el cambio.
Pero inclusive hasta para ellos, para los que la vida no fue buena, no tan buena como con Madiba, la lección es clara; cuando la lucha es justa, cuando la perseverancia es clara, cuando no nos detenemos en venganzas merecidas o egolatrías pecaminosas, la victoria es un hecho; aunque algunos podemos desanímanos al notar que es un hecho que no tiene plazos. Será hoy, será mañana, será en cien años, pero llegará. Llegará y quizás no sea quién la inició el que la pueda ver, quizás tampoco sus hijos y los hijos de sus hijos, pero llegará. Llegará para que lo ilógico deje de ser percibido como lógico y lo irracional razonable.
Ojala pudiéramos decir que ya no hay discriminación, que al menos en Sudáfrica la convivencia es perfecta, que todos tienen igualdad de oportunidades, que no se reprime de manera diferente una manifestación según el color de piel y la clase social, pero no.
Lo que si podemos decir es que antes de Mandela era peor. Porque el mundo era peor, y algunas personas en su paso por él lo mejoran.
Dirás "no se nota". Y es que millones pasan para hacer del mundo un lugar peor. Es desigual, claro, pero no quiero imaginármelo sin ni siquiera aquellos que intentan mejóralo.
La vida fue buena con Mandela. Todos los honores a él. Hoy su familia pelea por la herencia de hasta el nombre Madiba, pelea por el dinero, por la casa, por los muebles, por los regalos que le han hecho a lo largo de su vida, por los derechos de autor de cualquier libro película o fotografía. Quizás por eso si cabe decir que el mundo llora la muerte de Mandela, no por Mandela en si, la vida fue buena con él, pero con su muerte parece que cobramos conciencia de lo difícil que es para la humanidad tener un Mandela. Lo difícil que es ganarle a la mezquindad, a la generación de castas poderosas hijas de la lucha y el sacrificio de otros, lo difícil que es pararse ante la realidad y señalar con tenacidad e inteligencia todo aquello que nos parece ilógico y que es contemplado como lógico de tanto convencernos que no se puede cambiar.
En México se vota la reforma política, marcha en DF por reforma energética, AMLO sufre infartó y su hijo se pone al frente, Colombia sigue conversando la paz, Nicaragua debate con los vecinos, Venezuela votaba en los municipios con un Maduro navideño y una oposición ansiosa, en Argentina el vice presidente se complicaba más judicialmente y los que decían que todo era mentira ahora guardan silencio prudencial, Córdoba estallaba por la policía, Catamarca la seguía, Obama hablaba y hablaba de la reforma de salud, se armó el árbol navideño en el Vaticano, se hizo el sorteo del Mundial Brasil 2014, Fernanda Lima esta preciosa, las protestas en San Pablo y Río se tapaban con pelotas, en el norte de Europa no para de llover, pero murió Nelson Mandela. Un negro viejo de 95 años, retirado y con varias internaciones en los últimos meses se murió.
¿Qué clase de noticia es esa? Que era Nelson Mandela. Una noticia que hace que todas las demás se vean demasiado pequeñas para compartir el mismo tiempo histórico.
Por los Mandelas que la historia enterró sin nombre, por los Mandelas que los libros no destacaron, por los Mandelas que fueron borrados de escena antes de convertirse en incómodos testigos de lo ilógico, por los Mandelas que hoy están resistiendo y no conocemos, por los Mandelas que aún no nacen...
Por los hombres cuyos pasos a la eternidad hacen que cualquier otra noticia no sea más que un simple anuncio de bienvenida al kaos total!!!!!!!!!
artículo del 9 de Diciembre de 2013
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