Pero parece que
los números pueden establecer si una película puede ser
considerada una obra maestra o el simple delirio de su
creador. El columnista del diario La Nación (Argentina),
Pablo Sirvén, reflotó una vieja polémica que él mismo se
había encargado de reflotar hace aproximadamente dos años,
cuando cargó duramente contra la crítica cinematográfica
vernácula.
Como en aquella
diatriba, Sirvén critica “la abrumadora mayoría de películas
nacionales sombrías, crípticas y experimentales, que el
público local ignora olímpicamente”. Afirmando sobre el
final de su artículo que, “la entrega de subsidios públicos
debería poner el énfasis más y mejor en proyectos que
procuren conectar con el público”.
Sostener que el
cine argentino debe seguir una orientación marcada
simplemente por la taquilla es una verdadera insensatez. Al
respecto, cabe destacar que la película que más gente llevó
a los cines el presente año fue “Papá se volvió loco”, que
tenía el apoyo de uno de los multimedios más grande de la
Argentina.
Son abundantes
los ejemplos en la historia del cine mundial, de grandes
películas que fueron un fracaso de público. “El Ciudadano”
pasó inadvertida para el público norteamericano cuando fue
estrenada. Además, considerando la importancia que tiene la
publicidad y otras técnicas espurias que utilizan las
distribuidoras norteamericanas para imponer sus filmes, no
podemos afirmar que el público se “conecta” con una
películas cuando sus opciones se encuentran tan acotadas y
condicionadas.
Si en lugar de
ver la taquilla, nos fijáramos en los libros más vendidos
para establecer su valor artístico o cultural, ¿tendríamos
que afirmar que las obras de Pigna son más relevantes que
los trabajos de Tulio Halperín Dongui o Eric Hobsbawm? ¿O
acaso los códigos y sus secuelas de Dan Brown son obras más
inspiradas que cualquier Borges, o los cuentos de Oscar
Wilde?
Y si nos vamos
al mundo de la música, Shakira, Juanes o el grupo Arbol, son
mejores que Miles Davis, Bob Dylan o Stevie Ray Vaughan.
“Venden más” – gritaría Sirvén. Por favor...
Jonathan
Rosenbaum en su libro “Cómo Hollywood y los medios conspiran
para limitar las películas que podemos ver”, se pregunta
“por qué los diarios, las revistas, los noticieros de
espectáculos en televisión listan las diez películas más
taquilleras cada semana [...] ¿Por qué, después de todo,
debería importar cuanto dinero recauda una película en
particular? ¿No nos parecería extraño que los diarios
publicaran cada semana una lista de las diez bebidas sin
alcohol, o los diez puestos de comida callejera, o los diez
autos de mayor venta, completando la lista con el detalle de
los ingresos brutos generados por cada producto?”.
Pero Sirvén no
sólo se conforma con celebrar las películas que venden
muchas entradas, sino que solicita que esos filmes sean los
que reciban mayores subsidios del Estado. Siguiendo la idea
del columnista y utilizando los ejemplos dados en su
artículo, tendríamos que pensar que las películas que mayor
dinero tendrían que haber recibido serían “Whisky Romeo Zulu”
y “Papá se volvió loco”. Pero si la película de Piñeyro
“metió” 180.000 espectadores y la de Francella 1.600.000,
¿tendría que recibir un subsidio diez veces mayor?
Evidentemente,
si consideráramos seriamente este dislate, se quedarían sin
posibilidad de realizarse la interminable lista de
interesantísimos documentales que se producen, en beneficio
de grupos monopólicos. Es una locura, pero suena a historia
conocida.
por Nicolás Quinteros
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