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Fue
una tarde de verano en Buenos Aires. La temperatura oscilaba
alrededor de 25°. Kily estaba de vacaciones, pero no tenía la
posibilidad de viajar a la costa, las sierras o algún otro sitio. Como es
común en esta época, el presupuesto es muy elevado y el bolsillo no le
daba para gastar demasiado. La opción pasaba por refugiarse en la capital
paseando, despejándose de los problemas y tratando de superar el calor.
Para cumplir con esta premisa eligió la zona de Palermo y tal cual
planificó se instaló al lado del lago para tomar sol. De repente
una caravana de autos y camiones circulaban delante de él. La curiosidad
lo atrapó ¿ Adonde se dirigían? En ese momento pensó, no hay fútbol,
tampoco ninguna carrera importante de caballos, ¿alguna manifestación?,
quizás. Al levantar la vista un cartel develaba su incógnita. En letra
grande decía " NO SE PIERDA LA EXHIBICION ENTRE SABATINI Y
KOURNIKOVA. EN EL BUENOS AIRES LAWN TENNIS CLUB".
Algo de plata le quedaba y ante semejante encuentro levantó sus cosas y
se dirigió hacia la cancha. La ansiedad se apoderaba de él. Perdido por
los bosques de Palermo buscaba la calle Olleros parar llegar a destino.
Después de muchas idas y vueltas encontró el lugar y, entre la multitud,
sacó la tan preciada entrada. Por su cabeza se mezclaban distintas
sensaciones. No se consideraba seguidor del deporte, pero la oportunidad
de ver personalmente a Sabatini lo obnubilaba. Es que desde chico hubo dos
eventos que lo atraparon: los clásicos Boca -
River y los desafíos
entre Sabatini y Graf. En este caso, la alemana estaría ausente debido a
una lesión, pero observaría a la estrella local.
El marco en el estadio era imponente. Unas 5000
personas aguardaban atentas las salidas de las tenistas a la cancha.
Cuando el reloj marcó las 18 se produjo la explosión. Primero apareció
la hermosa Kournikova y luego Gaby alzó sus manos, como en sus mejores
momentos, al escuchar el estruendoso y emotivo "OLE, OLE ,OLE,
GABY, GABY". Kily forzaba sus cuerdas vocales y se emocionaba al
compás de la tribuna. Después de seis años, Gabriela volvía a jugar en
Argentina. Lo más importante no era el resultado. Así lo entendió el
público y las protagonistas. En el encuentro se vio un poco de todo. Los
toques, la calidad intacta, alguna falla entendible en el revés de la
morocha y la potencia de la rubia, número nueve del mundo, que también
exponía destellos de su buena técnica. Todos se emocionaban cuando a
Sabatini le salía un drop, un winner o algún passing shot. Era como
recordar los instantes de gloria vividos en las finales del US. Open o el
Masters. Kily se encontraba en su salsa. Una tarde que sin dudas iba a
archivar en el rincón de los recuerdos.
Para las estadísticas figurará que la rusa, de 18
años, ganó 6-3 y 6-4. Al finalizar el partido retumbó, nuevamente, el "OLE,
OLE, GABY, GABY", como muestra de agradecimiento. Segundos más
tardes, Kily junto a otros tantos, lloraría sin cesar. Es que, la ex número
tres del mundo, daba un discurso para la afición y las lágrimas no se
podían contener. Anna Kournikova se sorprendía por el afecto que
entregaba la gente. Ella, también, era partícipe del aplauso y el clamor
de todos. La fiesta no culminaba. Las jugadoras iban a refrescarse y de
nuevo a la cancha. En esta oportunidad acompañadas de Luis Lobo y Javier
Frana. La excusa era un cotejo de dobles. En este desafío, muy informal,
hubo un gran show en donde todos fueron protagonistas: tenistas y
público. Alguien dijo: " Ojalá estos espectáculos se
repitan", ante la aprobación y atenta mirada de Kily, que no quería
parar de soñar.
Parece
mentira. Una jornada que había empezado en Palermo tomando sol, de
casualidad, terminó en el Buenos Aires Lawn Tennis Club mirando a su ídola y enamorándose del nivel tenístico y la belleza de la visitante.
Camino a su casa hizo un raconto del día y recordó las palabras de
Sabatini " Regresaré para jugar con Graf". Sí, es lo que
esperará con ansías y expectativas.
El
sábado 19 de Febrero del 2000 quedará en la historia para todos los que
como Kily olvidaron por un momento los inconvenientes monetarios, el calor
y las frustradas vacaciones, por un partido de tenis. Y todo gracias a
Gaby que hace milagros.
por Leonardo Espósito |