Donde
cae el sol, la ópera prima de Gustavo Fontán, se desarrolla en un
barrio del conurbano bonaerense, y cuenta la historia de Enrique, un
hombre de 65 años que se enamora una mujer 30 años menor que él, hija
de su mejor amigo. En la primer parte del film, uno podría sospechar que
el realizador cae en el vicio de idealizar el barrio, por el tipo de
relaciones que presenta (las reuniónes en el club, la disquería, los
juegos con el nieto), pero una vez que Enrique empiece a salir con Clara,
el barrio muestra su lado oscuro, los prejuicios están a la orden del día,
la oposición de amigos y familiares a esta relación se hace muy fuerte e
insostenible para los protagonistas, hasta el extremo de la separación. Fontán ama a sus personajes, y se nota sobremanera el aprecio que tiene
por el barrio y sus habitantes, pero al mismo tiempo, reconoce que en el
mismo reina la incomprensión y el egoísmo en ciertas situaciones. De
nada vale la camadería, la amistad, las relaciones familiares sino se
pueden respetar los sentimientos, por sobre las convenciones sociales; esa
parece ser la idea de Fontán, cuando Enrique después de la ruptura
“decide” que no tiene sentido seguir viviendo.
La película también cuenta otra
historia, la del hijo de Enrique, otra víctima del desempleo quien, junto
a su familia, debe volver a vivir en la pequeña casa de su padre. A través
del personaje de Marcelo (Rubén Ballester), Fontán analiza las terribles
consecuencias del menemismo en la clase media argentina. Si bien el padre
les ha abierto las puertas de su casa, el resentimiento y la desesperanza
llevan a Marcelo a enfrentarse a su padre, a no comprenderlo en su relación
con Clara. Y en este sentido, cabe resaltar otra de las virtudes de la película
de Fontán: la búsqueda de los detalles, siempre al servicio del relato:
durante la primer hora, el hijo de Enrique cada vez que trata de cerrar la
heladera vieja se enoja porque no cierra bien, y su constante malhumor
recién se verá modificado cuando compre una heladera nueva. Como
sostiene el propio realizador, “es la ilusión del electrodoméstico”.
Para mostrar esas tensiones latentes en
esa pequeña casa, Fontán pone la cámara en el medio de los personajes.
Una cámara en mano que refleja las tensas relaciones entre Enrique y su
hijo. Una cámara que
muestra, que expone, pero que no resalta. Como en los momentos en que las
tensiones finalmente explotan (la discusión entre Enrique y su hijo
tapada por el sonido del tren), Fontán evita el exhibicionismo impúdico
o el golpe bajo.
Esta idea, la de evitar el
sentimentalismo de segunda o la emoción fácil, se ve acompañado por el
trabajo de los actores: un magnífico Alfonso De Grazia (en su último
trabajo), quien crea su personaje a partir de sus miradas y sus silencios;
Mónica Gazpio como Clara, Gloria Stingo como la sufrida y tolerante
esposa de Marcelo, y el joven Federico Fontán (el último plano, sin diálogos,
es uno de los momentos más emotivos de este emotivo film); todos ellos
realizan un trabajo acorde con el tono medio de la película, sin
efectismos ni sobreactuaciones. Una mención aparte merece el trabajo de
Rubén Ballester, el hijo de Enrique, un personaje difícil, que ama a su
padre pero que no puede demostrarlo, que es castigado por una situación
económica que le es adversa que le cuesta enfrentar y que lo lleva a
distanciarse de sus seres queridos, y que gracias a la gran interpretación
de Ballester, uno no lo condena, lo comprende.
Sin
lugar a dudas, Donde cae el sol
es una película distinta dentro de la cinematografía nacional. Por un
lado, si bien la historia puede ser interpretada como un melodrama, nunca
cae en los excesos, en el subrayado (incluso cuando muere el protagonista,
esto sucede fuera de campo). Y por otro lado, Fontán revela la poesía
que se encuentra en la cotidianeidad (no al estilo de la deshonesta y
multipremiada Historias Mínimas
de Carlos Sorín), en las conversaciones y en los sonidos, pero siempre
lejos, muy lejos, del costumbrismo y del color local. Donde
cae el sol demuestra que otro nuevo cine argentino independiente es
posible. Alejado de la marginalidad como excusa temática, de los
virtuosismos innecesarios y de la intención vanguardista. Simplemente
contando una historia. Como las que cuenta el vecino.
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Entrevista
a Gustavo Fontán >>>
por Nicolás Quinteros
Título: Donde cae el sol
Intérpretes:
Alfonso De Grazia, Mónica Gazpio, Rubén Ballester, Gloria Stingo,
Federico Fontán, Osvaldo Cimaglia
Director: Gustavo Fontán
Productor:
Gustavo Fontán
Guión:
Gustavo Fontán y Pablo Reyero
Fotografía:
Eduardo Pinto
Montaje:
Laura Búa
Música:
Diego Lerendegui
Duración:
84 minutos
Estreno
en Argentina: 19 de junio de 2003
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