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El Arte de la Calle
Araña : Jorge
Corvalán
Jorge
Corvalán nació en un día patrio: el 9 de Julio de 1960. Este 2002
hubiese cumplido sus cuarenta y dos.
Nació
en Anillaco, La Rioja y aseguro nada tiene que ver con el nefasto y
archiconocido personaje conocido y padecido por los -s,
paisano en ese mismo lugar. Porque Jorge, (Araña para todos quienes lo
conocieron), fue un tipo muy querido. Y lo sigue siendo, a pesar de su
ausencia física.
Una
vida difícil la de Araña, de muy chiquito pupilo en Mercedes, lejos del
hogar, del afecto de la familia, de su pueblo. Posiblemente esa soledad
haya sido la fuente que le enseño todo aquello que a los 17 años se llevó con él a la calle, su hogar; al mundo, su hogar; a Brasil, su
primer hogar...
Comenzó
allí esa carrera loca, la de la calle, la del arte, la de artista
callejero y sus murales le dieron color a ciudades como San Salvador, Río
de Janeiro, Itaparia. Brasil lo quiso y lo quiere. También Chile y
su Santiago y ese tercer piso desde donde una vez cayó rompiéndose los
huesos; y todo ese grupo de amigos que desde Buenos Aires organizaron una
colecta para traerlo de regreso y que tuviese una buena atención médica.
De
esa experiencia nos queda esa enorme manta de hospital donde su retrato de
Borges parece mirarnos desde muy al fondo del pasillo de Pabellón IV,
lugar en el que hoy se le rinde a Araña un merecido tributo.
Araña,
querido por todos, hijo de la calle, amigo de los marginales, los
"sin techo", los círculos under de la música y el arte plástico,
amigo de la basura y el saqueo, de los oscuros bajofondos porteños.
Araña,
querido fundamentalmente por Mariana Cambre, su mujer, su compañera,
gestora de este homenaje, de esta muestra retrospectiva de su obra.
Un
poco de todo, como en botica. Las diferentes etapas del proceso creativo
en sus diversa épocas y lugares reflejados en una obra que si algo
tiene de homogénea es la utilización de cualquier material, el
deshecho, la calle, nuevamente.
Porque
Araña pintaba sobre todo aquello que cayese en sus manos y tal vez, por
cultura, el saqueo era costumbre y forma, en este caso de todo
aquello que fuese para él lo suficientemente seductor como para ser
convertido en un objeto artístico.
Es
así, como podemos ver en esta muestra cuadros conformados por una
interminable sucesión de soldaditos de plástico, clips de metal,
hebillitas para el cabello, tornillos y mil otras "pequeñas
maravillas" robadas de los cajones de la abuela, que organizadas nos
hacen pensar en el arcón del tesoro.
Fondos
redondos que nos hablan de otra etapa donde lo circular parece ser una
obsesión más junto al tema de la calle "Olodum,
sonho da cola", una imágen muy fuerte donde un niño de la calle
aspira pegamento,"Tribus Soteropolitanas" y "Vestibular
Nativo", signos antropológicos que nos hablan de raíces, de la
tierra, de la calle, otra vez la calle. "OCEU", plasmado allí
ese edificio que fue su albergue en tiempos en los que no había un
centavo, pero sí hospitalidad.
Araña,
Jorge Corvalán de nacimiento... un 9 de Julio; jefe de las bandas de San
Telmo, un tipo querido, pseudo-empresario
de una galería donde cada artista tenía su llave, cuando La Bond Street
era apenas dos locales.
Araña,
amigo de la calle, hermano del talento, aunque no esté hoy con nosotros,
su alma se encuentra en las esquinas, su obra, durante algunos días más,
en Pabellón IV.
Hay
que verla.
por
Josefina Sánchez de Frangoulides
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