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Sebastião Salgado
ojos de planeta en escala de grises
Está
el mundo tan triste que hasta el arcoiris sale en blanco y negro, y tan
feo está que vuelan de espaldas los buitres que persiguen a los
moribundos. Alguien canta, en México:
Se
va la vida
por el agujero,
como la mugre
en el lavadero.
Y alguien dice,
en Colombia:
—El
costo de la vida sube y sube y el valor de la vida baja y baja.
Pero la luz es un secreto de la basura, y las fotos de Salgado nos cuentan
ese secreto” (Eduardo Galeano)
El
acto de contemplar una fotografía, hace que irremediablemente nos
remontemos a otros sitios, otros tiempos. La evocación que produce es una
de esas sensaciones mezclada de nostalgia que oficia de colega de la
memoria, la mayor parte de las veces.
Hay
una lente que apunta desde hace ya mucho tiempo hacia un “objetivo”
particular, y justamente eso tan especial está dado en el hecho de que se
trata del hombre, de la miseria construida en un mundo de hombres, por
hombres.
Ese que apunta y dispara, es
Sebastião
Salgado, y con su modo de reciclar el horror, hace fuego sobre la mirada
de quienes visiten sus exposiciones, vean alguno de sus libros de imágenes
crudas, desgarradas en el blanco y negro perfecto, la luz y el detalle
casi irreverente que las convierte en enormes obras de arte.
El
dolor, puede ser convertido en arte, siempre y cuando eso ayude a una
nueva manera de conciencia colectiva, y ese, más allá del fin estético,
es, sin dudas el mensaje que queda atravesado en cada uno de los que
contemple una fotografía de Salgado.
“Exodos”
es la muestra que, en el marco del “III
Festival de Cine y Video sobre Derechos Humanos,
Medio Ambiente y Desarrollo en América Latina y el Caribe” y de
la “Bienal de Arte de Buenos Aires”, ya fue presentada en New York,
París, San Pablo, Lisboa, Río de Janeiro, Roma, Curitiba, Madrid, Milán
y Porto Alegre y continuará durante este año en Helsinki, Copenhague,
Barcelona y Berlín.
Éxodos retrata, en una selección de 350 fotografías, al mundo de los
desplazados, de todos
aquellos que por diversos motivos: guerras, persecuciones raciales,
inclemencias climáticas, hambrunas, deben forzosamente emigrar en busca
de un destino mejor.
Muchos
mueren en el intento, otros tantos, apenas
logran cambiar un infierno por otro.
Este
es el mundo en que estamos y es
Sebastião
quien lo retrata.
En un largo camino recorriendo más de cuarenta países, su preocupación
se centró en la humanidad en
movimiento, en el desarraigo a la fuerza, en ese instinto de supervivencia
que obliga a la migración, al exilio, a esa pérdida de identidad que los
convierte en “refugiados”
“Durante
seis años trabajé entre estos fugitivos en el camino,
en los campamentos de refugiados o en las barracas urbanas a donde con
frecuencia van a parar. Muchos pasaban los peores periodos de sus vidas.
Estaban asustados, incómodos y humillados. Aun así se dejaron retratar.
Yo creo que querían dar a conocer su condición. Muchos se paraban frente
a la cámara como lo harían ante un micrófono.
Es
verdad, muchas veces fue alentador. En situaciones que uno esperaría
indignación y amargura encontré dignidad, compasión y esperanza.
Gentes
que habían perdido todo y aún querían confiar en un extraño. Llegué a
sentir una gran admiración por gente que lo arriesga todo, sus vidas
incluidas, para mejorar su destino. Encontré cuán sorprendente puede ser
el esfuerzo de los humanos por adaptarse a condiciones de completa
estrechez” (S. Salgado)
La
muestra, exhibida desde
diciembre, hasta fines de enero en la
"Fundación Proa" del
barrio de la Boca de Buenos Aires, cuenta con cinco secciones:
"Emigrantes
y refugiados: el instinto de supervivencia"
muestra
a emigrantes que dejan sus casas en busca de un futuro mejor, o a los
refugiados de guerra, todos ellos víctimas de fuerzas que los superan: la
pobreza y la violencia. Las guerras, que como primer recurso, lo que
buscan es aterrorizar a la población civil. Imágenes de millones de
personas que han tenido que huir de sus hogares a pie, en camiones, en
barcos o trenes atestados de gente para encontrar un refugio. Algunos de
los que logran sobrevivir acaban en campos de refugiados en los que su
existencia sigue siendo igual de precaria. Es así que en este apartado se
pueden ver imágenes de refugiados de la antigua Yugoslavia. Bosnios y kosovares, que escapando de las campañas de limpieza étnica viven, hoy día,
atestados en vagones de ferrocarril; afganos desplazados que, tras
la invasión soviética de Afganistán huyeron a Pakistán, y diez años
después, con la instauración del gobierno fundamentalista talibán
soportaron una guerra civil que dejó su pueblo en ruinas y sembrado de
minas terrestes. ; los palestinos en el Líbano, que desde el nacimiento
del Estado de Israel, en 1948, son una nación de refugiados, concentrados
en campamentos que de tan asentados, ya se asemejan a pequeñas ciudades,
pero que sin embargo viven gracias a la ayuda de la ONU.
Vietnamitas
que en 1975, tras el país unificado y el gobierno comunista, decidieron
huir a Malasia, Indonesia y Hong Kong, convertidos en
“boat-people” (balseros) que,
se encontraron con una vida diferente a la de sus esperanzas: la mayoría
en campos de detención, otros repatriados, y muchos que quedaron en el
camino.
Muchos
niños han nacido en las cárceles y se crían en ellas. Dentro de la
prisión, hay niños que no saben lo que es un perro, una vaca, un caballo
o un jardín.
Marroquíes, que, a bordo de pequeñas embarcaciones, intentan el paso a
Europa por España, a través del Estrecho de Gibraltar, una zona donde
las corrientes son fuertísimas y las tormentas repentinas. Los cadáveres
que llegan a la costa, son sepultados en fosas comunes en Tarija (España)
y los que llegan vivos y no logran burlar los helicópteros del Servicio
de Aduanas, son repatriados, previo paso por la “Prisión de los
Capuchinos”, en Málaga.
La
tragedia Africana: un continente a la deriva”
es la sección más dura de la muestra, porque aquí se representa la
imagen del hambre, producto de la
corrupción, el despotismo o la guerra.
Para
escapar de los brotes de la pesadilla que comenzó
en 1994, tras el
asesinato del presidente hutu, en que se dio comienzo a lo que sería el
genocidio de 100.000 miembros
de la etnia hutu, 245.000 hutus ruandeses huyeron hacia los campos de
refugiados de Tanzania, Zaire y Burundi. Se calcula que casi un millón de
ruandeses murieron al no poder escapar de las matanzas. Miles de ruandeses
mueren a diario y los rituales funerarios se hacen imposibles. Son las
excavadoras las que amontonan los cuerpos y los cubren de tierra.
Las
fotografías de Salgado, nos muestran los campamentos de Kibumba, Goma, y
Benako, enormes aglomeraciones de miseria y desolación.
“Latinoamérica:
Exodo rural, caos urbano” relata la historia reciente de esa región,
donde millones de trabajadores rurales se desplazaron hacia las ciudades.
Poca gente queda en las zonas rurales. Millones de personas han emigrado a
las ciudades. Los que se quedan, luchan a menudo por su supervivencia con
apenas tierra o sin tierra que cultivar, con poderosas fuerzas económicas
y políticas aliadas en su contra. A veces, los hombres tienen que emigrar
a las ciudades o al extranjero para buscar trabajo, mientras las mujeres
se quedan al cargo de la familia y la tierra
"Para
llevar a cabo este proyecto, visité muchas ciudades y países por
primera vez. Pero cuando regresaba a lugares que ya conocía, era
doloroso comprobar que la situación solía estar peor".
Fotografías
de los alrededores de la ciudad de Pungala, Ecuador,
donde puede verse que
todo el trabajo del campo es realizado por las mujeres
e imágenes de los indios yanomami, de la Amazonia brasileña, que,
aunque se les ha otorgado el derecho permanente y exclusivo para ocupar y
hacer uso de sus tierras, hay una enorme resistencia por parte de los
ganaderos y de las industrias mineras y madereras, que creen que se
"regala" tierra muy valiosa a los indios.
Retratos de Chiapas, el estado más pobre de México, donde una minoría
blanca tenía el poder hasta que los indios, con la ayuda de activistas
políticos, fundaron el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional)
para defender sus derechos y luchar por su tierra.
“Asia:
el nuevo rostro urbano del mundo”
Aquí, Salgado muestra esas grandes ciudades que se han convertido
en poderosos polos de atracción. Millones de emigrantes de zonas más
pobres que han sido absorbidos por las nuevas megaciudades de la India,
Brasil, México y otros países, cuyo tamaño empequeñece a antiguas
referencias, como Nueva York o París. Construidas sin orden ni criterios
lógicos, y atormentadas por inmensos problemas sociales, estas nuevas
megaciudades tienen muchos desafortunados puntos en común. 
"A veces, no sabía dónde estaba: "¿En El Cairo, en Yakarta, en Ciudad de
México?" En todas partes existen esas mismas islas de riqueza en
medio de la pobreza, como los espacios verdes de Manila, que son clubes
de golf privados en lugar de parques públicos".
En
este momento, la India cuenta con 150 ciudades con un millón de
habitantes o más. Bombay es la ciudad de mayor crecimiento de la India,
quizá de toda Asia. Su población actual está entre 14 y 17 millones de
personas. Atrae inmigrantes de toda la India, incluso de Bangladesh
(Bengala)
Por
último: “Los niños del éxodo”
No hay demasiado que decir de esto: una especie de cruel y tierno, a la
vez, compendio del drama de los refugiados. La pobreza, el desamparo, el
dolor, la inequidad, en los ojos de más de cincuenta niños retratados
por Salgado, a lo largo de los años y los lugares recorridos para hoy
mostrar al mundo entero, con el fin de crear una conciencia solidaria a
través de la visión de esa “radiografía del planeta”, que así como
es posible mostrar en blanco y negro, mucho más fácil debiera ser verla,
e intentar transformarla.
Las
siguientes son organizaciones de cooperación con las que colabora
Sebastião
Salgado. Póngase en contacto directo con ellas para colaborar como
voluntario o contribuir económicamente.
UN
High Commissioner for Refugees
UNICEF
Christian
Aid (UK)
Norwegian
People's Aid
Frères
des Hommes
Comité
Catholique Contre la Faim et pour le Développement
Reporters
sans Frontières
por
Josefina Sánchez de Frangoulides
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Fotografía
Arte
Sebastião
Salgado
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